lunes, 8 de agosto de 2005

Realeza en Framenors

Carta publicada hoy en La Vanguardia y artículo de referencia.

Realeza en Framenors

F. X. MONTESA I MANZANO
PRESIDENTE DE LA SOCIETAT D´ESTUDIS PERE EL CERIMONIÓS  

Me gustaría hacer unas precisiones al artículo dedicado al convento de Framenors firmado por Lluís Permanyer. Los miembros de la familia real que tuvieron sepultura en Framenors fueron: Alfons II, Leonor de Aragón, reina consorte de Chipre y Jerusalén (hija del infante don Pere, conde de Prades); Constança de Sicília, viuda de Pere II el Gran; Alfons III, y sus hijos, los infantes Frederic y Jaume (este último no era hijo del "príncipe Don Jaume" como sostiene Permanyer). Por lo que hace referencia al infante don Pere, hijo del Ceremonioso, fue trasladado junto con su abuelo Alfons III en 1369 al convento de Framenors de Lleida, siguiendo las últimas voluntades del monarca. Recibieron también sepultura en Framenors de Barcelona las reinas Maria de Chipre, viuda de Jaume II el Just, y Sibila de Fortià, viuda de Pere III el Cerimoniós.

Tras la demolición del convento franciscano, los restos de Alfons II, los infantes Frederic y Jaume, así como las reinas Constança de Sicília, Maria de Chipre y Sibila de Fortià, fueron trasladados el 20 de abril de 1852 a la catedral de Barcelona, y dispuestos en unas urnas de mármol, sufragadas por la reina Isabel II, las cuales fueron colocadas en la capilla de los Mártires del claustro de la seo barcelonesa, donde permanecieron hasta el 13 de octubre de 1998, fecha en la que se trasladaron al interior de la catedral, donde pueden hoy admirarse en el muro de la nave lateral del Evangelio.

En otro orden de cosas, cabe decir que en Catalunya y Aragón no hay más príncipe que el de Girona, título reservado al heredero de la Corona e instituido por Ferran I en 1414, de modo que los demás miembros de la real familia poseen el de infantes/ as de Aragón.
 

El gran convento de Framenors

 

Lluís Permanyer

La Vanguardia, 23/7/2005

 

En lo que hoy es la plaza de Medinaceli,

existía en el siglo XIII una capilla de la

familia Cardona y el sencillo hospital

de peregrinos puesto bajo advocación

de san Nicolás de Bari. La tradición quiere que

un Francisco de Asís enfermo de cuidado sanara

allí en 1211, lo que le llevó a fundar; Jaume I

y los consellers colaboraron en la empresa.

Primero fue puesto en pie el convento, principiado

ya en 1214, con un claustro chiquito

adosado; era el primero de los franciscanos en

España y con el tiempo llegó a devenir el más

importante de Catalunya. Le fue cedida en seguida

la aludida capilla. Construyeron una iglesia,

consagrada en 1247 por san Luis, obispo

de Tolosa. Mandaba la austeridad: las celdas

eran desnudas y en una de ellas figuraba esta

inscripción: Cella fratis Francisci de Assissio.

La comunidad no cesaba de aumentar y se impuso

la ampliación.

Una iglesia más amplia fue culminada en

1297. Un claustro gótico mucho mayor y de

primorosa arquitectura fue construido en

1349; con el tiempo llegó a ser tan alabado como

el de Santa Caterina. La ciudad le cedió los

terrenos de lo que hoy es el Gobierno Militar,

con el fin de acoger el huerto. Así pues y en primera

línea de mar, aquel conjunto abrazaba

desde la Rambla hasta la actual plaza de Medinaceli.

Tal cercanía suponía riesgo en caso de

tormenta; de ahí, a tenor de lo contado por la

crónica, que un golpe de mar causara en 1500

sensibles daños en el cenobio. Las ayudas recibidas

por donantes y los consellers permitieron

su reconstrucción inmediata.

En 1752 se procedió a poner en pie el tercer

claustro. Pese a que la comunidad constaba como

mínimo de un centenar y medio de frailes,

las posibilidades económicas del cenobio permitían

contratar artistas de renombre; tal fue

el caso del acreditado pintor Antoni Viladomat,

quien ejecutó veinte grandes óleos sobre

tela, inspirados en la vida del reverenciado santo

fundador, hoy conservados en el Museu Nacional

d'Art de Catalunya. También era muy

alabado el fino cincelado del púlpito, así como

la escalera que le daba acceso; buena prueba de

ello fue que, al sufrir el fuego destructor, un anticuario

francés no dudó en hacerse con este

singular conjunto.

Tal era el prestigio del convento de Sant

Francesc, popularmente denominado por los

ciudadanos como Framenors, que se convirtió

en lugar ambicionado como última morada.

Resultaría enojoso relatar la de nobles y gente

muy principal que recibió allí enterramiento.

Baste dejar constancia de los pertenecientes a

la realeza: reina de Chipre, Leonor d'Aragó;

Constança de Sicília, viuda de Pere III; Alfons

III; Jaume d'Aragó, comte d'Urgell, hijo de Jaume

II; infante don Fadrique, hijo del príncipe

de Aragón, don Jaume; e infante Pere, hijo de

Pere III.

La revuelta, que prendió al tomar por excusa

la insoportable mansedumbre de todo el ganado

soltado en el día de Sant Jaume de 1835 en

la plaza de la Barceloneta, se cebó en el poder

representativo del clero: conventos e iglesias.

Por la cercanía con el Torín, la multitud enfebrecida

no tardó en llegar a Framenors, que

prendió como una tea. Los daños fueron de tal

calado, que no se tomó en consideración reconstruirlo.

Ya renglón seguido apareció la plaza

de Medinaceli.

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