miércoles, 17 de agosto de 2005

Regata Conde de Barcelona

Tradicional regata en homenaje al gran marino Don Juan de Borbón.

A prueba de tempestades

Pilar de Borbón es de las que aguanta el tipo. A pesar de que hace algunos años un juez le obligó a derribar su casa mallorquina, la hermana del Rey sigue veraneando en la isla con algunos de sus hijos y nietos. Ayer, con su hijo Bruno y su nuera Bárbara Cano se acercó a ver los veleros de época que a partir de hoy compiten en la regata Conde de Barcelona que se celebra cada año en honor y recuerdo de don Juan de Borbón.



Doña Pilar, que cumplió 69 años el pasado 30 de julio, veraneó durante años en una casita mallorquina ubicada en Palma frente a Puerto Pi a pocos metros de Marivent. Un buen día, el propietario de la casa situada detrás de la de doña Pilar planteó una demanda urbanística alegando que la hermana mayor del Rey había levantado unos metros la casa y le impedía las vistas. Doña Pilar no presentó ni un recurso para que nadie pensara que en caso de ganarlo se le había dado un trato de favor y no solo derribó una parte, sino toda la casa. Lo curioso del caso es que el vecino que la demandó compró el terreno y levantó un edificio de mayor altura aún de la que tenía la casa primitiva. Y ahí está el nuevo edificio, situado en una zona privilegiada, sin que nadie se haya preguntado qué intereses había detrás de la orden de derribo que acató doña Pilar.

Desde entonces, la hermana del Rey, tras un par de veranos de ausencia para asimilar el asunto, veranea en una tranquila urbanización alejada de Palma. Hace vida independiente a la de sus ilustres familiares y no se la suele ver en el Fortuna como a otros parientes reales. En eso se parece a su padre, ya que don Juan llegaba casi todos los veranos a Palma y prefería quedarse a bordo de su velero Giralda,que amarraba en el Club de Mar, en vez de instalarse en Marivent. Por la tarde, en la cubierta, el Conde de Barcelona recibía a sus amigos y repetía el ritual del dry martini, del que disfrutaba incluso en los tiempos en los que su enfermedad le impedía beber. El Giralda,que la familia real donó a la Armada tras la muerte de don Juan, es uno de esos veleros de época que resisten los embates y las tempestades como algunas personas con una vida más difícil de lo que parece.

Fuente: Mariángel Alcázar - La Vanguardia

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