domingo, 25 de junio de 2006

Memoria y Monarquía

Editorial ABC
 
UN inquietante y cada vez menos sutil revisionismo sectario y rupturista emerge con progresiva nitidez del programa de recuperación de la «memoria histórica» puesto en marcha por la izquierda con la complaciente anuencia de un Gobierno que utiliza a sus socios como coartada para un plan en el que no resulta difícil atisbar mucho más que una discutible reivindicación unilateral de las víctimas de la Guerra Civil. La proposición de ley aprobada el viernes en el Congreso, en la que se declara a la II República como referencia histórica de la actual democracia española, insiste con peligrosa recurrencia en obviar el papel de la Monarquía como factor de estabilidad y legitimación de este largo y fecundo periodo de concordia civil y política, y viene a establecer un discurso ideológico que, lejos de hacer justicia histórica, falsifica de manera patente la identidad real de nuestro pasado colectivo.
Tras el escandaloso ninguneo con que la izquierda y los nacionalistas zanjaron en febrero la conmemoración de la intentona golpista del 23-F, saltando por encima de la evidencia decisiva de que fue Don Juan Carlos quien atajó definitivamente la sublevación, la iniciativa sobre la memoria histórica abunda en el mismo doloso error de concepto. Y no sólo porque minimiza el papel de la Corona como promotora de la ingeniería política que desmanteló el régimen de Franco para sustituirlo por un sistema de libertades constitucionales, sino porque sitúa en la República -sin el menor atisbo de reconocimiento de su manifiesto fracaso entre graves desórdenes de convivencia civil- la referencia de legitimidad del actual orden democrático.
Siquiera por un mínimo rigor historiográfico, el recorrido democrático de la España de los dos últimos siglos no puede efectuarse ignorando el peso de la Corona en nuestras experiencias constitucionales. No sólo por su esencial aportación a la Carta Magna de 1978, sino por otros hechos esenciales que el Gobierno parece querer borrar de manera deliberada: la Constitución de 1876, base del turnismo de la Restauración; la patriótica petición de colaboración con la República efectuada por Don Alfonso XIII en mayo de 1931, a través de las páginas de ABC, o el Manifiesto de Lausana con el que Don Juan de Borbón solicitó en 1945 el establecimiento de un régimen democrático, lo que valió al tiempo la hostilidad de Franco y la consideración y el respeto de una izquierda que ahora parece olvidar su propio ADN histórico.
El afán por situar en la República el origen legítimo de la democracia vigente salta, además, por encima de la realidad indiscutible de que el Rey no abdicó en 1931, sino que resignó poderes a favor del nuevo régimen sobrevenido de manera abrupta y no reglada a partir de unas elecciones locales derivadas en pronunciamiento popular. Esa resignación fue lo que permitió la restauración monárquica de 1975, dando paso a un proceso, el de la Transición, de restablecimiento de las libertades civiles y políticas que ha permitido el periodo democrático más relajado, más largo y menos conflictivo de las dos últimas centurias.
Existen razones sobradas para abrazar, más allá del mero accidentalismo, la causa monárquica, seña de identidad esencial de este periódico durante su historia centenaria. La Monarquía constitucional del 78 ha resuelto de manera palmaria cuestiones históricas accidentadas, como la religiosa, la agraria o la militar; ha propiciado la plena integración en Europa y ha dado paso a un modelo de organización territorial plural y descentralizado que sólo recientemente ha comenzado a zozobrar, por mor de la arriesgada agenda de un Gobierno poco juicioso. La Corona representa, según la Constitución felizmente vigente, la unidad y permanencia del Estado, y sólo desde la irresponsabilidad se puede ignorar o minimizar esta crucial referencia de estabilidad histórica.
Las omisiones dolosas contenidas en el programa revisionista de la izquierda dan sentido a un nuevo impulso de la militancia monárquica que ABC, en consonancia con su trayectoria histórica, se siente dispuesto a abanderar en la medida de sus posibilidades y en plena coherencia con sus principios fundacionales. Y ello porque, frente a la manipulación con que se pretende reescribir a conveniencia una historia que olvida el papel histórico de la Monarquía constitucional, creemos firmemente que la mayoría de los españoles se identifica con la Corona como garantía y referente democráticos, mucho más que con las instituciones de diseño que el Gobierno y sus aliados propician a través de operaciones torticeras de intencionalidad rupturista y desestabilizadora.

sábado, 17 de junio de 2006

Celebración del 80 cumpleaños de la Reina Isabel II

La Reina Isabel II y su esposo, el Duke de Edimburgo.
 
 
La reina Isabel II de Inglaterra celebró hoy oficialmente en Londres su octogésimo cumpleaños con un paseo en carroza, un pomposo desfile militar y una espectacular exhibición de 49 aviones de guerra que sobrevolaron el palacio de Buckingham.

Decenas de miles de personas, entre ellos muchos turistas pertrechados de cámaras fotográficas, ocuparon el centro de la capital y vitorearon a la Reina con gritos de " ¡Hey, hey, hurra! " .

Aunque la Soberana nació un 21 de abril, su cumpleaños se festeja de manera oficial un sábado de junio para aumentar las posibilidades de que haga un buen día, de modo que el público pueda ser partícipe.

El normalmente desapacible clima londinense se portó hoy bien con Isabel II, ya que brilló el sol en el suntuoso desfile militar conocido como " Trooping the Colour " , que data del siglo XVIII y se distingue por el paseo de la bandera de la Guardia Granadera.

La Reina, la monarca más longeva de Europa, ha asistido anualmente a ese acto solemne durante sus 54 años de reinado a excepción de 1955, cuando se suspendió por una huelga nacional.

Isabel II, junto a su esposo, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, hizo el tradicional recorrido por el Mall -la señorial calle que une la plaza de Trafalgar y el palacio de Buckingham- en un faetón de marfil perteneciente a la reina Victoria (1819-1901) .

Vitoreada por la muchedumbre, la Reina, ataviada con un vestido de seda con motivos florales, una chaqueta púrpura y una pamela a juego, recorrió el Mall acompañada de gran parte de la Familia Real.

A caballo y uniformados, dos de los hijos de la Reina escoltaron a su madre: el príncipe Carlos, heredero al trono y coronel de la Guardia Galesa, y la princesa Ana, coronel del batallón " Blues and Royals " de la Guardia Real.

Por delante de " Su Majestad " desfiló uniformado y en una carroza su nieto, el príncipe Enrique, de 21 años y tercero en la línea de sucesión a la Corona, quien es miembro de los " Blues and Royals " .

Enrique, segundo hijo del príncipe Carlos, iba sentado junto a su tío, el príncipe Andrés, duque de York y tercer hijo de Isabel II, y sus primas, las princesas Beatriz y Eugenia.

Por contra, el hermano de Enrique, el príncipe Guillermo, de 23 años y segundo en la línea de sucesión al trono, se perdió el acto por sus obligaciones en la prestigiosa academia militar de Sandhurts, donde aspira a convertirse en oficial.

Tampoco acudió Camilla, duquesa de Cornualles y esposa del príncipe Carlos, quien está de luto por la reciente muerte de su padre.

Atravesado el Mall, la comitiva llegó al palacete de la guardia montada, el " Horse Guards Parade " , donde la Reina pasó revista a los 1.100 soldados de la guardia real que participaron en el " Trooping the Colour " vestidos con uniforme de gala y el típico morrión negro.

Después de la ceremonia, la Familia Real regresó al palacio de Buckingham para saludar desde el balcón principal a la multitud, que ovacionó a la Jefa de Estado agitando banderitas británicas, al tiempo que se dispararon 41 salvas de cañón en su honor.

A continuación, la realeza y el gentío alzaron la vista para contemplar el vuelo de 49 aviones de la Fuerza Aérea Británica, entre ellos aparatos legendarios como el caza Spitfire y otros más modernos como el Eurofighter Typhoon, el avión de combate europeo.

" La exhibición aérea fue maravillosa, absolutamente espectacular " , dijo la pensionista Muriel Hart, de 75 años y admiradora de la Reina, quien disfrutó de " un día muy emocionante " .

Como colofón, una banda interpretó el himno nacional, el " God save the Queen " ("Dios salve a la Reina") , mientras un contingente de 400 soldados intercaló tiros al aire con balas de fogueo.

La celebración por el cumpleaños de Isabel II empezó el pasado día 15 con una misa en la londinense catedral de San Pablo, a la que asistieron unas dos mil personas, entre ellas el primer ministro británico, Tony Blair, y famosos como el cantante Cliff Richard.

Isabel II ofreció ese día un almuerzo y reflexionó sobre la vejez con una frase jocosa muy llamativa, dada su habitual sobriedad.

" Como dijo una vez (el actor) Groucho Marx: 'Todo el mundo puede envejecer. Lo único que tienes que hacer es vivir lo suficiente " , comentó la Reina, al arrancar las risas de los comensales.

miércoles, 14 de junio de 2006

Christie's subasta en Londres joyas de la princesa Margarita

La Vanguardia

Madrid (Agencias).- La casa de subastas Christie's de Londres subastará 192 joyas pertenecientes a la princesa Margarita, hermana de la reina Isabel II de Inglaterra.

Una de esas joyas que se ofrece al mejor postor en la casa de subastas Christie's de Londres, es la tiara fabricada por Garrard para Florence, Lady Poltimore, la esposa del segundo Lord Poltimore y Tesorero de la Reina Victoria entre 1872 y 1874. La joya podría alcanzar un precio de entre 150.000 y 200.000 libras (entre los 225.000 y los 300.000 euros).

La casa de subastas londinense también sacará a subasta nueve magistrales obras de Joaquín Sorolla (1862-1923), entre las que se encuentra "Pescadora Valenciana" con un precio estimado entre 1.444.000-2.200.000 euros.

Con motivo de esta subasta dedicada a la pintura española del Siglo XIX, Christie's organiza en Madrid y posteriormente en Barcelona una exposición con las obras más destacadas de la sesión "Pintura Europea del Siglo XIX", que se celebrará en su sede de King Street.

Otras de las obras que serán subastadas son: Playa de Biarritz (1906), Niña en la playa (1904), Playa de Biarritz Figuras (1906) , Asturias. Faenando en la playa,Niños en el mar. Playa de Valencia (1908), Retrato de José Artal (1905), Pescador en su barca y Bacante.

En la jornada de hoy, Christie's también sacará a venta pública obras de los pintores , Anglada Camarasa, Eliseo Meifren, y Francisco Miralles además de dos centenares de lotes de pintura austríaca, alemana, francesa, holandesa, italiana y escandinava.

martes, 13 de junio de 2006

60 aniversario del Rey de Tailandia

Embajadora real en el «país de la sonrisa»

PABLO M. DÍEZ
DESDE Noruega a Japón pasando por Holanda, Mónaco, Jordania y hasta la isla de Tonga, representantes de 25 monarquías de todo el mundo se dieron ayer cita en Bangkok para festejar los 60 años que lleva ya en el trono el Rey Bhumibol Adulyadej de Tailandia, el soberano más veterano del planeta, por delante de Isabel II de Inglaterra. Ejerciendo una vez más de embajadora de excepción de España, Su Majestad la Reina Doña Sofía acudió al espectacular desfile fluvial que tuvo lugar en el río Chao Phraya de la capital tailandesa, donde 2.000 remeros navegaron con 52 embarcaciones profusamente decoradas con motivos budistas hasta el imponente Templo del Amanecer y bajo la atenta mirada de decenas de miles de enfervorizados súbditos. Por decimocuarta vez desde que Bhumibol ascendió al trono el 9 de junio de 1946, la moderna y caótica megalópolis asiática que es Bangkok, plagada de rascacielos y con diez millones de habitantes, revivió todo el esplendor del antiguo reino de Siam, al recuperar esta vieja tradición que data del período Ayutthaya (1350-1767). Sin duda, un momento histórico para el «país de la sonrisa», en el que España, una vez más, ha vuelto a presentar a su mejor embajadora.

sábado, 10 de junio de 2006

Treinta años después

MANUEL ORTIZ
ABC

EL 9 de junio de 1976 Adolfo Suárez, a la sazón Ministro Secretario General del Movimiento, defiende ante las Cortes el proyecto de Ley Reguladora del Derecho de Asociación Política. Una semana antes S. M. el Rey Don Juan Carlos de Borbón, en sesión extraordinaria del Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica ratifica -ante un foro de máximo relieve internacional- que el camino de España hacia la democracia no tiene marcha atrás. El jueves 1 de julio de 1976 Don Juan Carlos llama a Carlos Arias para pedirle su dimisión y el 4 de julio de ese mismo año, se hace público el nombramiento de Suárez como presidente del Gobierno.

Tuvieron que ocurrir muchas cosas, improbables todas y cada una de ellas, para que Torcuato Fernández Miranda pudiera pronunciar su conocida frase: Estoy en condiciones de ofrecer al Rey lo que me ha pedido. En ese momento el inesperado prodigio se había consumado y Suárez era ya el próximo presidente del Gobierno. Que, además, Suárez lograra llevar a buen puerto la transición política puede considerarse, cuando menos, asombroso.

Alfonso Osorio cuenta que Adolfo Suárez pasará a la historia como el hombre que estuvo en el lugar preciso a la hora justa. Y eso es así porque para hacer la transición política -y dejando aparte el papel impulsor y arbitral del Rey- era necesario alguien que tuviese inteligencia suficiente, conocimiento adecuado, capacidad de diálogo, paciencia infinita, modales exquisitos y simpatía arrolladora y esas cualidades, todas juntas, no las teníamos ninguno de los otros políticos en presencia en 1976, concluye Osorio.

El texto constitucional que marcó el espíritu de la transición, es decir nuestra Constitución de 1978, nace de un difícil consenso; es fruto de un pacto laborioso que implicó renuncias y sacrificios de todas las fuerzas políticas, pero que dejó un esperanzador horizonte de futuro, sin vencedores ni vencidos. Sin el apoyo del Partido Socialista Obrero Español y del Partido Comunista Español, este pacto no hubiera sido posible. Los dos jugaron a fondo un papel patriótico y responsable.

Treinta años después nos encontramos ante un panorama de crispación impropio de un sistema democrático consolidado y maduro. La partitocracia es un requisito imprescindible para el funcionamiento normal de la democracia, para la alternancia en el poder de las diversas fuerzas políticas y para el necesario control del Gobierno. Los intentos de destruir como sea a la oposición o al Gobierno, son radicalmente antidemocráticos y forman parte de nuestros más siniestros demonios familiares o alienígenos. ¿Quién nos iba a decir que el olvidado Rafael Santa Ana, que escribió un Manual del perfecto canalla, (editado, por cierto, por la Biblioteca de Educación Cívica) y que constaba de un curso preparatorio y otro de perfeccionamiento, (Madrid, Imprenta Alemania 1916) podría llegar a ser el autor de cabecera de algunos descarriados?

Vivimos acontecimientos de singular importancia en nuestra historia política; quiero decir en la historia política de España y de nosotros, los españoles. El Estatuto de Cataluña y el alto el fuego permanente anunciado por ETA se suceden en el plazo de veinticuatro horas. Luego vendrá el Estatuto de Andalucía concebido como coartada para dar amparo al Estatuto catalán, generalizando el disparate.

El Estatuto de Cataluña reivindica el concepto de nación para la autonomía catalana y, en mi opinión, ello implica una colisión frontal con el artículo 2 de la Constitución española. En efecto el artículo 2 no ofrece el menor resquicio a la ambigüedad cuando afirma que la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles.

Un alto el fuego permanente es, por su propia naturaleza, una contradicción en los términos. Sea bienvenida la paz si es la paz lo que se anuncia con el corazón limpio y a cara descubierta, pero es difícil imaginar que así sea. «Impulsar un proceso democrático en Euskal Herria para construir un nuevo marco en el que sean reconocidos los derechos que como pueblo nos corresponden» es la explícita reivindicación del comunicado etarra. Se trata, pues, de un intento de escamotear de nuestra convivencia política el inalterable fundamento que la sustenta y que es, justamente, la nación española.

Para modificar nuestra Constitución es requisito imprescindible recuperar el espíritu de concordia, reeditar el consenso que existió en 1978. La Constitución no puede ser un trágala, una imposición de la mitad de los españoles a la otra mitad y, por supuesto, lo que los españoles no hemos consensuado en 1978 ni hoy, no puede imponerse por la vía torticera de la modificación de los Estatutos de Autonomía.

Naturalmente hago estas observaciones como un llamamiento al espíritu de concordia que Suárez supo crear entre nosotros. Han transcurrido ya casi treinta años desde la Constitución del 78 y es posible que hoy, los españoles o sus dirigentes políticos, o ambos a la vez, vean molinos de viento donde yo gigantes, o gigantes donde yo molinos de viento. Aún más atrás nos queda el inquietante recuerdo del siglo XIX, con sus numerosas y variopintas constituciones y en el que, según nos enseña la historia, la mayoría malvivió en una España en venta. Gerald Brenan nos dice al hablarnos de los antecedentes de esa terrible guerra civil sobre la que se hace hoy tanta literatura: En España, el principal problema ha sido siempre el de alcanzar un equilibrio entre un Gobierno central eficaz y los imperativos de la autonomía local. El lacónico diagnóstico de Brenan, desgraciadamente, sigue siendo válido hoy.

Una generación de españoles, dirigidos por Adolfo Suárez, creyó enterrar para siempre los demonios familiares de este «viejo país ineficiente» como calificó Jaime Gil de Biedma a nuestra España. Si el poeta tenía razón, nuestro mal gobierno no es accidente transitorio, sino una condición metafísica, un estado místico del hombre / la absolución final de nuestra historia.

Quizá la historia, como quería Vico, se repita siempre y nosotros fuimos ingenuos al intentar cambiarla. Quizá. Pero hoy nos queda la esperanza de que la convivencia es posible, aunque sólo sea porque los españoles hemos aprendido a odiarnos sin matarnos.

MANUEL ORTIZ
Primer secretario de Estado para la Información y portavoz del Gobierno de Adolfo Suárez

miércoles, 7 de junio de 2006

La Infanta Leonor encomendada a la Virgen de Atocha


El príncipe Felipe de Borbón, la princesa Letizia Ortiz y su hija, Leonor, este miércoles.
 
Una multitud recibe a los Príncipes y a su hija Leonor en la madrileña Basílica de Atocha
 
EFE

MADRID.- Los Príncipes de Asturias han cumplido con la tradición y han encomendado la protección de su primogénita, Leonor, a la Virgen de Atocha. La niña, que entró en la basílica en brazos de su madre, fue recibida por una multitud de personas que quería tocar a la pequeña.

Esta tradición de la Familia Real española que se remonta al siglo XVII, y también fue cumplida por los Reyes con sus tres hijos a los pocos días de sus nacimientos.

Los Príncipes llegaron a las 11.15 horas al templo, situado en la madrileña Avenida Ciudad de Barcelona, próxima al Paseo del Prado, donde fueron recibidos por el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y por los frailes dominicos José Martín y Manuel Santos, priores del convento y provincial, respectivamente.

También esperaban unas 300 personas que les aplaudieron y mostraron su cariño y respeto antes de entrar al templo. Ya en el interior, sonó la música del órgano y el ruido de los aplausos de más de 200 fieles que pudieron entrar en la basílica.

Una vez frente al altar y ante la Virgen, ataviada con el manto que llevaba la reina Isabel II cuando sufrió un atentado, el cardenal de Madrid bendijo a la pequeña, imponiendo las manos sobre ella.

Durante este acto, la primogénita de los Príncipes, que llevaba un faldón blanco y una cruz que colgaba de su cuello, se mostró muy inquieta y curiosa.

Uno de los momentos más emotivos de la ceremonia fue, tras el rezo de la Salve, cuando Felipe de Borbón y Letizia Ortiz ofrecieron a la Infanta Leonor elevándola conjuntamente ante la Virgen.

Antes de salir del templo, los asistentes se despidieron de la pequeña y de sus padres, que en todo momento estuvieron sonrientes y haciendo carantoñas a la pequeña, con un "Viva la Infanta Leonor" y un "Viva los Príncipes".

Una vez en el exterior, el Príncipe, que salió de la Basílica con la niña en sus brazos, y su esposa posaron relajados y emocionados ante los medios gráficos, para, a continuación, despedirse de los allí presentes.

Nuestra Señora de Atocha fue proclamada protectora de la Familia Real y de la Monarquía española en 1643 por Felipe IV, aunque esta devoción se remonta al rey Alfonso VI en el siglo XI, en el que se calcula que fue construido el primer templo.

lunes, 5 de junio de 2006

Disparates

MÀRIUS CAROL

La Vanguardia

El diario londinense The Sunday Times ha anunciado la aparición de un libro titulado Duque del riesgo: Genio y figura del príncipe Felipe, que recoge sesenta años de meteduras de pata de Felipe de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II de Inglaterra. La obra resulta una antología del disparate. La compilación incluye dislates diplomáticos, como cuando, representando a la soberana en la ceremonia en la que Kenia se independizaba oficialmente del Reino Unido, le dijo al nuevo dirigente del país, Jomo Kenyatta, justo antes de arriar la bandera británica: "¿Está seguro de que quiere hacer esto?". Su capacidad para ofender culturas ha tenido momentos altamente apreciados, como cuando se refirió a los ojos de los chinos como ranuras, a los húngaros como barrigudos y a los vestidos de los nigerianos como pijamas.

El marido de Su Graciosa Majestad ha debido aspirar, a lo largo de toda una vida, ser tanto o más gracioso que la reina. Sólo así se entiende que lo único que se le ocurriera comentar, al serle presentada la Asociación Británica de Sordos mientras en el escenario tocaba un bullicioso grupo caribeño, fuera: "¿Sordos? Con esta banda no me extraña que estéis sordos". O que soltara ante distinguidas personas que si un hombre abre la puerta del coche a una dama "es porque el coche o la mujer son nuevos". Y el libro sigue así de suculento hasta la página trescientas.

Por cierto, Felipe de Edimburgo pertenece a una familia de sangre azul por los cuatro costados, como lo atestigua su apellido Mountbatten. Es hijo de la princesa Alicia y el príncipe Andrés, hijo del rey Jorge I de Grecia. Es decir, pedigrí, todo.

La noticia ha aparecido en la prensa al mismo tiempo que un incidente menor, una ráfaga de viento en San Roque que levantó por un momento la falda tableada de la princesa de Asturias. Ello no sólo ha servido para que una televisión y alguna revista se recreara en la imagen, sino también para que presuntos expertos en monarquías atacaran a Letizia Ortiz argumentando que esas cosas le ocurren porque es nieta de un taxista. En dos años la princesa ha dado muestras de una prudencia infinita y de un saber estar indiscutible más allá de su origen o condición.

El currículum del duque de Edimburgo contrapuesto a la biografía de la princesa de Asturias demuestra que la calidad de las personas no está predeterminada por linaje o su alcurnia, sino por su educación y su cultura. Uno puede entender que para ganarse la vida en eso del periodismo la gente utilice cualquier argumento por falaz que sea. Pero de un golpe de aire sacar una conclusión rotunda es puro clasismo, miseria humana.
 

Los Reyes presiden la apertura de la exposición 'Picasso. Tradición y vanguardia'

Los Reyes y Zapatero, ante el 'Guernica'. (Foto: A. Cuéllar)
 
MILA TRENAS (EFE)

MADRID.- Los Reyes de España, acompañados por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y su esposa, Sonsoles Espinosa, han inaugurado este lunes la exposición 'Picasso. Tradición y Vanguardia', en la que se exponen más de 100 obras del artista malagueño en la doble sede del Museo del Prado y el Reina Sofía.

En la muestra, abierta al público a partir del día 6, los dos grandes museos nacionales aúnan esfuerzos para rendir homenaje al artista cuando se cumple el 25 aniversario de la llegada del 'Guernica' a España y se conmemoran los 125 años del nacimiento del pintor, nombrado hace 70 años director del Prado, cargo del que no llegó a tomar posesión.

A su llegada al Museo del Prado, donde Picasso se ha 'reencontrado' con los más clásicos, los Reyes fueron recibidos por el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón y por los presidentes de la Fundación Winterthur, Jaime de Marichalar, y de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, José García de Velasco, patrocinadores de la muestra.

También estuvieron los presidentes de los patronatos de los dos museos, Rodrigo Uría y José Manuel Urgoiti; los directores de los museos, Miguel Zugaza y Ana Martínez de Aguilar, junto a patronos y otras personalidades.

Además, estaban presentes numerosos propietarios de las obras llegados de todo el mundo, quienes han hecho posible que muchas de las creaciones de Picasso se vean por primera vez en España. Es el caso de 'Tres músicos', que únicamente se ha expuesto en Europa en dos ocasiones, la última hace casi 40 años.

La inauguración contó también con la presencia de miembros de la familia Picasso. Entre estos estaban sus hijas Paloma y Maya, que iba acompañada de su hija, a la que explicó con entusiasmo detalles de 'El Guernica'.

Acudió también la nuera del artista, Christine Ruiz-Picasso, quien, poco antes de la llegada de los Reyes al Prado, confesó estar "impresionada" ya que para ella es "una emoción sentimental muy fuerte" que la dejaba sin palabras el poder contemplar este encuentro de Picasso con maestros como Velázquez, Goya, El Greco, Zurbarán, entre otros. "Es una emoción muy fuerte que tengo que ir asimilando".

Esta emoción también pudo contemplarse al entrar en la galería central del Prado en los rostros de los Reyes, quienes escucharon las explicaciones de los comisarios de la muestra, Carmen Giménez y Francisco Calvo Serraller. La Reina, a la que se pudo escuchar que la exposición "es maravillosa", contempló con mirada experta cada una de las obras.

Acompañados por los invitados, entre ellos el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, la baronesa Thyssen-Bornemisza y la ex ministra de Cultura Pilar del Castillo, los Reyes se situaron en uno de los puntos clave de la exposición, en el que la serie de 'Las Meninas' de Picasso se encuentra con la obra maestra de Velázquez en un diálogo sin precedentes en el que también son protagonistas las obras que ambos artistas dedicaron a la infanta Margarita.

Tras la visita al Museo del Prado, los Reyes se trasladaron al Museo Reina Sofía donde la exposición pone todo el énfasis en el compromiso moral del artista con la realidad, centrándose en la grandeza del 'Guernica', excepcional desde el punto de vista artístico y como icono universal por excelencia de denuncia de todas las catástrofes bélicas acontecidas.

En la sala principal, se establece un eje irrepetible al situar, frente a frente, el 'Guernica' y la emblemática obra 'El 3 de mayo de 1808. Los fusilamientos de la Moncloa' (1814), de Goya, las dos imágenes más rotundas de la iconografía universal que muestran el padecimiento de los inocentes.

Durante el recorrido por las dos sedes, Don Juan Carlos felicitó a los comisarios por cómo se habían integrado las obras, permitiendo apreciar cómo la pintura de Picasso armoniza perfectamente tanto en el Prado como en el Reina Sofía y manifestó su satisfacción porque se haya podido organizar una exposición como ésta.

El Rey afirmó que le había gustado mucho como funcionan 'Los fusilamientos del 3 de mayo', de Goya, frente al 'Guernica', y, aunque él ya conocía prácticamente todos los cuadros que se exhiben en la exposición, le parece un gran logro que puedan contemplarse juntos.

Las más de cien obras de Picasso, que forman un recorrido irrepetible, se han reunido para recordar aquel día de 1981 en que llegó el 'Guernica' a España procedente del Museo de Arte Moderno de Nueva York, donde se encontraba confiado temporalmente por el propio artista.

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'PICASSO. TRADICIÓN Y VANGUARDIA'. Fecha: del 6 de junio al 3 de septiembre de 2006. Lugar: Museo del Prado y Museo Reina Sofía. Precio: Entrada por venta anticipada con reserva de día y hora: 9 euros. Entrada conjunta (Museo del Prado – Museo Reina Sofía) por venta anticipada: 16 euros. Domingo, entrada gratuita. Venta de entradas: En taquilla, 902 400 222 y El Corte Inglés ( www.elcorteingles.es).

domingo, 4 de junio de 2006

El aspirante al trono de Serbia pide restaurar la monarquía

El príncipe Alejandro promete seguir el ejemplo del rey Juan Carlos

El pretendiente a la corona de Serbia pidió ayer la restauración de la monarquía en este país tras la separación de Montenegro. Utilizó el caso español y la figura del rey Juan Carlos I como "excelentes ejemplos" de lo que debe hacer el país. La opción monárquica, sin embargo, es muy minoritaria en Serbia y tiene escaso respaldo político.


LA VANGUARDIA

El pretendiente al trono serbio, el príncipe Alejandro Karayoryevic, pidió ayer la restauración de la monarquía en Serbia, después de que los ciudadanos de Montenegro optaran por la independencia en el referéndo del domingo pasado. Y puso como ejemplo que imitar la restauración monárquica en España, con la figura de don Juan Carlos.

"Ha llegado la hora de que nosotros los serbios nos dediquemos por completo a Serbia", declaró el príncipe Alejandro en una rueda de prensa celebrada el miércoles en Belgrado, y agregó: "Éste es un buen momento para el ordenamiento de Serbia según su propia medida. Y esa medida es la monarquía". También se mostró a favor de "la monarquía constitucional de Serbia" que edificaría un Estado "digno, fuerte, en paz consigo mismo y con los vecinos". En este sentido, deseó a los montenegrinos "paz, democracia y felicidad", pese a lamentar su separación de Serbia.

Pocos partidos políticos abogan en Serbia por la restauración de la monarquía, opción respaldada apenas por un 10% de la población. "Miremos al Reino Unido, Suecia, Holanda, Bélgica y España", señaló al recalcar la estabilidad en que viven esas monarquías. "España es un excelente ejemplo. Un país que tras décadas de dificultades la monarquía, con el rey Juan Carlos al frente, llevó a la senda del éxito y el prestigio", agregó Alejandro.

Opinó que la monarquía aseguraría a Serbia el camino más rápido hacia la Unión Europea, atraería nuevas inversiones y ayudaría al crecimiento económico, e insistió en que la corona refuerza la democracia. Apeló al fin de las divisiones y a la unidad política, a un debate "democrático maduro en interés de Serbia" y al establecimiento de objetivos "claros y realistas" para que el país vaya adelante y se convierta en una nación moderna y respetada.

El príncipe Alejandro Karayoryevic nació el 17 de julio de 1945 en la suite de un hotel de Londres que fue proclamada territorio yugoslavo para que no perdiera sus derechos dinásticos. Su padre, Pedro, fue el último rey del país, del que marchó en 1941 a causa de la invasión de la Alemania nazi, y su abuelo, Alejandro, reinó con mano de hierro hasta su asesinato, en 1934. Es bisnieto de Zorka, hija del rey de Montenegro Nicolás I Petrovic y esposa del rey serbio Pedro I Karayoryevic, que formó en 1918 el Reino de los Serbios, los Croatas y los Eslovenos, varios años más tarde denominado Yugoslavia.

La dinastía de los Karayoryevic reinó en Yugoslavia hasta la abolición de la monarquía por el comunista Josip Broz Tito, quien proclamó la República, de la que fue presidente vitalicio desde 1945 hasta su muerte, en 1980. El príncipe se instaló en el palacio de sus antepasados en Belgrado en el 2001, después de que la familia real recuperase por un decreto del Gobierno el derecho a residir en el complejo palaciego del lujoso barrio residencial de Dedinje, aunque hasta ahora no se le han restituido sus propiedades.

jueves, 1 de junio de 2006

Cien años del atentado que ensangrentó una boda real

El 31 de mayo de 1906, un anarquista lanzó una bomba a Alfonso XIII

Juan Antonio Pérez Mateos
La Razón
 
Hace dos años, el 11 de marzo, España queda estremecida por el terrorismo en la estación de Atocha de Madrid. Tres meses después, el 22 de mayo de 2004, contrae matrimonio Don Felipe de Borbón con Doña Letizia Ortiz. Bisnieto de la Reina Victoria Eugenia y ahijado suyo, protagoniza un enlace regio, el primero de esta índole en España tras el de su bisabuelo el Rey Alfonso XIII con su madrina y bisabuela el 31 de mayo de 1906, única boda real en la España del siglo XX, enlace manchado, trágicamente, por el terror del anarquismo.
   Mayo es un mes clave en la vida de Alfonso XIII, hijo de Alfonso XII y de María Cristina de Habsburgo. Nace un 17 de mayo de 1886 y esta misma fecha, en 1902, es proclamado Rey ante Las Cortes. Viajero y castizo, ha de garantizar la continuidad dinástica. Maura y otras personalidades, incluida su madre, buscan una pretendiente. Ante la cantidad de fotografías de princesas que le muestra al Rey, éste dice: «Yo no me caso con una fotografía», y comienza su periplo en busca de una novia.
   Catolicismo. La elegida será la princesa inglesa Victoria Eugenia de Battenberg. Conocida como Ena, ella es la preferida, a pesar de los bandos y las candidatas. La madre se inclina por princesas centroeuropeas, lo mismo que los conservadores. Los liberales verían con buenos ojos esta elección. No así la extrema derecha española, por su religión anglicana. Ena tendrá, por tanto, que convertirse al catolicismo.
   Alfonso XIII sufre un atentado en París en 1905 y después visita Inglaterra. En el palacio de Buckingham, durante una cena de gala, le atrae una chica rubia y delgada, de ojos azules. El flechazo acaba de surgir. Don Antonio Maura, el embajador Mandas y la emperatriz Eugenia de Montijo, madrina de Ena, «atan» el enlace con la nieta preferida de la Reina Victoria: «¡Una princesa -le aconsejará siempre su abuela- no debe quejarse nunca!». Ena lo llevará hasta la tumba. La pareja comienza el romance con una correspondencia de postales escritas en francés, lengua en la que se comunican. Nacida en Balmoral en 1887, inteligente y moderna, llega con dieciocho años a un país atrasado. Así que trae un aire nuevo a la Corte, la moderniza en colores -avezada al negro y a los lutos-, las mujeres se pintarán los labios y se fuma más de un cigarrillo.
   Pedida en Biarritz por el Rey en la Villa Mauriscot, plantan un olivo, símbolo de felicidad. Desde el palacio donostiarra de Miramar y mediante un telegrama, Alfonso XIII le dice a su madre que se ha comprometido con Ena, quien conocerá una España campesina y retrasada, la de los «males de la patria» de Costa, ante el sueño regeneracionista del Rey. Cuando llega a Madrid, descubre el único hotel existente: el actual París, conocido como «La Fonda». Después surgen el Palace y el Ritz y Madrid se moderniza. Son días de vino y rosas, y España espera el enlace regio. Antes, Ena abjura de su religión anglicana en la capilla del palacio de Miramar, ceremonia que llevará clavada como una espina. Deja atrás su país y llega a la frontera. En el puente del Bisadoa, el Rey le dice: «Ya estás en suelo español».
   Muerta en el exilio en Lausana, nunca olvidaría el largo camino en ferrocarril hasta llegar al apeadero madrileño de El Plantío, y su paso por las estaciones de las ciudades españolas, así como el «¡Viva la Reina!» en la estación de Valladolid; recibimientos clamorosos de gente que quiere contemplar su belleza.Y su marcha en una carroza desde El Plantío hasta El Pardo, escoltada a caballo por el Rey y el Infante Don Carlos. También la comunión temprana del día 31 de mayo de 1906, cuando Madrid es una fiesta, en Palacio casi ni se duerme y veintidós carrozas más las de los nobles están prestas para el cortejo nupcial más fastuoso que se ha visto en España. Después de comulgar y firmar el día anterior las capitulaciones, la pareja desayuna café con churros.
   Ambiente dantesco. Ena se viste en el antiguo Ministerio de Marina, junto al actual Senado. El Rey la espera impaciente en la puerta de la iglesia de Los Jerónimos. Al parecer, él y su madre han recibido un escrito anónimo de un posible atentado. Sin embargo, ese retraso se debe a que el presidente del Consejo de Ministros, Segismundo Moret, se ha quedado dormido. Ena tampoco olvidaría la entrada solemne en Los Jerónimos, templo elegido por el Rey para recorrer Madrid por sus calles principales y ante los representantes de las Cortes europeas.
   Su futura esposa camina hacia el altar sola, delante de su madre, la princesa Beatriz, y de la Reina Cristina, en una ceremonia oficiada por el entonces primado de Toledo, el cardenal Sancha. El machadiano «Madrid, rompeolas de todas las Españas», festivo y adornado, bullanguero, no conoce una estampa tan especial y sorprendente. Cuando la carroza real llega al número 88 de la calle Mayor de Madrid, junto a la puerta del restaurante Baliñas -hoy el tan popular Casa Ciriaco-, el reloj marcaba las dos menos cuarto de la tarde. Fue en ese momento cuando el anarquista Mateo Morral lanza, envuelta en flores, la fatídica bomba desde dieciocho metros de altura. Todo transcurre en sólo unos segundos y el ambiente es dantesco. Hubo muertos y heridos. La carroza real queda salpicada de cristales. El Rey consuela y serena a la Reina. Durante el terrible atentado, el cochero resulta herido y un caballo muerto. Por eso, los Reyes pasan a otra carroza: «A Palacio, despacio, muy despacio», ordena el Rey en medio de la confusión. Al momento, en Palacio saben que los Reyes están bien, que han salvado sus vidas. Al llegar, Alfonso XIII comenta que son «gajes del oficio». Veintitrés muertos y más de cien heridos convierten un día feliz en una tragedia.