viernes, 9 de febrero de 2007

Dolor ante la muerte

 
POR JOSÉ LUIS DE HARO
ABC

Hubo quien en su momento la tachó de «hermanísima» de Doña Letizia, pero lo cierto es que Érika Ortiz no eligió ser el centro de atención del candelero mediático. Simplemente era una persona como usted o como yo, con defectos y virtudes. Aun así, su muerte a los 31 años ha acaparado las portadas de todo el mundo en un doloroso duelo informativamente abordado desde distintos enfoques. En Estados Unidos, el New York Times incluía el obituario de la hermana menor de la Princesa de Asturias acompañado del de otras figuras, que también abandonaron este mundo el mismo día, como el medallista olímpico Charles Grimes.
El Washington Post no dudaba en destacar las lágrimas de la Reina Doña Sofía y el «máximo respeto» exigido por José Luis Rodríguez Zapatero para superar este triste momento, mientras el Miami Herald también se hacía eco de la incineración de la menor de los Ortiz Rocasolano a través de un perfil de la agencia de noticias AP, que también inundó otros medios norteamericanos.
Al otro lado del Atlántico, la ausencia de Doña Sofía y la hermana mediana de Érika, Telma, ambas lidiando con los avatares del cambio horario del continente asiático entre un mar de lágrimas, daba paso a titulares como el publicado por el Frankfurter Allgemeine Zeitung, que destacaba el «Luto en la Familia Real española». El resto de países europeos también se teñía de luto con mensajes similares. En Italia, La Stampa resaltaba «Ha muerto la hermana de la Princesa Letizia» y en Gran Bretaña, donde las tragedias reales son bastante familiares, The Times afirmaba que «España está horrorizada» ante la muerte de la joven Érika. El rotativo inglés no dudaba en poner de manifiesto el respeto que la prensa de nuestro país ha tenido siempre con la Familia Real, algo que en las tierras británicas brilla por su ausencia. Nuestros vecinos galos podían leer en Le Monde los pormenores del último adiós a Érika en el tanatorio de La Paz.
Como bien dijo Borges, «la muerte es una vida vivida» y, dejando especulaciones a un lado, sólo cabe desear que Érika descanse en paz.

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