martes, 12 de febrero de 2008

Relato de una guerra ganada a Napoleón

Exposición sobre invasión francesa

El País


La evocación de la Guerra de la Independencia arranca vigorosamente en Madrid, capital del levantamiento contra la ocupación militar napoleónica, con la primera de las grandes exposiciones oficiales que van a conmemorar los hechos que la jalonaron, hace dos siglos. La muestra, abierta desde mañana hasta el 11 de mayo y de acceso gratuito, va a ser inaugurada hoy por los príncipes del Asturias y se halla bajo la plaza del Descubrimiento, en el teatro Fernán-Gómez.

La Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y el Ministerio de Defensa, con la anfitrionía del Ayuntamiento de Madrid y el patrocinio del BBVA, han encomendado a un equipo de expertos el trenzado de un relato esmaltado por 215 objetos de valor simbólico y documental distribuidos en siete salas, que incluyen desde una dedicada a los ejércitos regulares hasta otra consagrada al papel de la mujer en la guerra.

Con ello se da noticia de aquel estremecimiento histórico, en clave bélica, que de 1808 a 1814 rubricó el tránsito de la España del antiguo régimen a la de la modernidad. Así lo subraya Juan Francisco Fuentes, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense y comisario de esta muestra, diseñada por Marcos Corrales. Su contenido incluye desde una colección de casacas de época y una bruñida pieza artillera francesa, hasta un botiquín con 15 instrumentos quirúrgicos empleados por la abnegada madre Rafols para atender a los heridos del asedio de las tropas francesas en torno a Zaragoza, donde cobró celebridad, por su bravura, Agustina de Aragón. Su gesta le confirió -excepción en la Europa de su tiempo- el nombramiento de subteniente de Artillería cuyo pergamino, caligrafiado, la exposición exhibe. Lleva fecha de 30 de agosto de 1809 y su rúbrica se sitúa en la ciudad portuaria de Cádiz. Allí, liberales y serviles -nombre dado a los fernandinos acérrimos-, patriotas todos, consensuaron pese a verse cercados una avanzada Constitución. En ella irrumpiría con voz propia en la historia oficial el pueblo soberano, el mismo que de Gerona a Vitoria, de La Coruña a Madrid, se echó a la calle y adoptó asombrosas formas de lucha y auto-organización para detener a un emperador, primero aliado de España y luego, con felonía y malas artes cebadas por el marasmo dinástico, pomposo ocupante militar de la Península. Uno de los documentos mostrados da noticia de los efectivos de Napoleón en 1808: tres lugartenientes, 16 mariscales, 157 generales de división, 287 generales de brigada y una nómina de 1.508.527 soldados... Un tercio de ellos vino a España. Aquel formidable aparato militar no silenciaría la herida dignidad de miles de españoles, desde garrochistas andaluces a fundidores gallegos, tamborileros catalanes o pastores vascos que en la guerrilla o en campo abierto, como en Bailén o San Marcial, con la ayuda de británicos y portugueses, rebajaron las ínfulas del invasor y derrotaron a Ney, Murat, Soult, Hugo... algunos de los mejores mariscales del Corso.

Por cierto, uno de sus bicornios, con escarapela tricolor incluida, más un juego de pistolas suyas ha sido prestado por el Museo francés del Ejército. En un audiovisual interactivo, el estudioso Luis Aragón Martín ha reconstruido 23 importantes batallas libradas entonces. En otra sala se proyectan filmes argumentados en aquella contienda, convertida desde entonces -por conservadores y progresistas- en mito de una indomable nación española, como consuelo de un sentimiento patrio lacerado por la brutalidad de los desastres bélicos. La cercana Biblioteca Nacional, desde el 28 de febrero, los hará aflorar en una exposición ideada por Valeriano Bozal, principal experto español en Francisco de Goya.

España, 1808-1814. La nación en armas. Martes a sábado, de 10.00 a 21.00. Domingos y festivos, de 10.00 a 19.00. Gratis. Teatro Fernán-Gómez (Centro Cultural de la Villa de Madrid). Plaza de Colón.

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