sábado, 12 de abril de 2008

De Austrias a Borbones

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Por Lluís Roura i Aulinas
 
Como en casi todos los grandes temas de la historia, el período relativo a la sucesión del último monarca de la dinastía los Austrias estuvo durante mucho tiempo empañado por el tópico y las simplificaciones. Tanto en lo relativo a la figura y el reinado de Carlos II como en lo que se refiere a la implantación de la dinastía borbónica (...) Es lógico, pues, que no se escapara del tópico el gran conflicto que fue la guerra de Sucesión (...), con la que prácticamente se iniciaba el reinado más largo del siglo XVIII español, el de Felipe V.
Afortunadamente han sido numerosos en los últimos años los estudios que se refieren a este período de transición político-dinástica. Gracias al rigor que ha caracterizado a la mayor parte de ellos, se han llenado lagunas importantes para la comprensión de una época y se han desvanecido –al menos para los especialistas– muchos estereotipos. Éstos están siendo sustituidos por la pluralidad de perspectivas en los análisis y en los ámbitos de aproximación, así como por el reconocimiento explícito de las contradicciones y la complejidad histórica de aquel período. Así se ha obstaculizado, a su vez, el que los viejos tópicos fueran simplemente sustituidos por otros nuevos, como demasiado a menudo tiende a ocurrir.
 
Tradicionalmente han venido siendo habituales los estudios relativos a la figura de los monarcas (a lo que en muchos casos no eran ajenos ni el morbo que puede despertar la personalidad de Carlos II, ni la admiración por Luis XIV o la polémica en torno a Felipe V). Pero algunos de los estudios actuales nos sitúan, más allá de la consideración de la figura del rey, ante una realidad política marcada por el peso de las distintas esferas del poder. Y éste es precisamente el campo en el que el libro de Antonio Peña viene a marcar un hito, al rescatar una figura clave en la lucha por el poder y por su organización: el cardenal Portocarrero.
 
Pero no estamos en realidad ante un estudio biográfico, aunque en buena medida también lo es. Su aportación es bastante más compleja y ambiciosa. Por un lado se trata de mostrarnos el papel del clan Portocarrero en la caída de los Austrias y en la entronización de los Borbones; con ello el autor ilustra magníficamente el peso y las capacidades de maniobra de las "banderías nobiliarias" españolas en la crisis final de la casa de Habsburgo, tanto en las cuestiones políticas como en las económicas y militares. Y por otra parte, el estudio de Antonio Peña se adentra también en el papel que jugó la rebeldía en algunos de estos clanes ("lobbies" los llama a menudo el autor) como el de la familia del primado de Toledo, frente a Felipe V, en torno a los inicios de la guerra de Sucesión española.
 
Ante la disyuntiva "¿austrias o borbones?" el autor interpreta las propuestas y maniobras del cardenal Portocarrero como el mejor exponente de una tercera vía. Ésta se personificó en la opción dinástica de José Fernando de Baviera como sucesor de Carlos II; lo que facilitó su descalificación tras la muerte inesperada de aquel candidato. Pero Antonio Peña nos aporta argumentos que demuestran que el contenido político de aquella vía no tenía por qué haberse frustrado con el fallecimiento de José Fernando.
 
Frente a la voluntad de patrimonialización del Estado, tradicional entre la nobleza española de la edad moderna, Portocarrero representaba, según argumenta Antonio Peña, la voluntad de priorizar la razón de Estado. En este sentido, las distintas alineaciones adoptadas por Portocarrero en la crisis sucesoria deben revisarse en profundidad: no estamos ante la frivolidad de un comportamiento arribista u oportunista, sino ante la voluntad de culminar una tercera vía frente a aquéllos que tan sólo contemplaban la disyuntiva precursora de la guerra. Dicha tercera vía se planteaba en torno a tres ejes: garantía de indivisibilidad de los dominios de la monarquía española, voluntad de evitar una guerra que se preveía ya al mismo tiempo como civil e internacional, y la opción decidida de llevar a cabo una política basada en un "reformismo prudente" (es decir: reformismo sí, pero sin cambios).
 
El fracaso de dicha tercera vía –debido en gran parte al peso de la monarquía francesa de Luis XIV– no desmerece en absoluto su importancia para la comprensión de aquel período. A través de la figura y el entorno de Portocarrero, el autor nos adentra en el estudio de la pugna entre instituciones, estamentos, elites y oligarquías –tanto civiles como, claro está, eclesiásticas–; una pugna que se desarrolló especialmente en el período comprendido entre 1699 y 1705. En estos años los planteamientos del cardenal Portocarrero no fueron meras conjeturas, sino que impregnaban su empeño en conseguir el poder, en ejercerlo y en mantenerlo, hasta que acabó siendo apartado del mismo.
 
Al mismo tiempo el presente libro nos ofrece un interesante contrapunto en relación con la especificidad que tuvo la crisis sucesoria en los territorios de la Corona de Aragón. No hay que olvidar, nos señala el autor, el papel que jugó, como precipitante de la crisis del Principado de Cataluña con Felipe V, la ruptura del clan Portocarrero/Casa de Palma con dicho monarca. Con esta ruptura el clan Portocarrero, dentro del cual estaba a su vez el conde de Palma –sobrino del cardenal y virrey de Cataluña–, redundaba a su vez en los argumentos que amparaban la legitimidad de aquellas instituciones que en un determinado momento decidieron enfrentarse al monarca. Al igual que para los representantes catalanes, para un sector importante del poder nobiliario castellano, la legitimidad de enfrentarse a Felipe V derivaba de la propia deslegitimación llevada a cabo por el monarca a través de las decisiones y omisiones que él mismo había ido adoptando.
 
Sin duda la información aportada y los argumentos planteados en este libro constituyen una aportación de primer orden tanto por lo que se refiere a la figura del Cardenal Portocarrero como en relación con el estudio de los grandes clanes nobiliarios de la España moderna, así como en torno al estudio de la crisis sucesoria española; y también para una mejor comprensión de los planteamientos políticos que se contemplaron para hacer frente a la situación de crisis profunda (dinástica, institucional, económica…) a la que había llegado la monarquía española. De modo que el trabajo llevado a cabo por Antonio Peña va a ser, sin duda, un estímulo importante tanto para el avance en el conocimiento de un momento clave en la historia peninsular moderna, como para el debate científico.
 
El mérito de este estudio ha sido reconocido ya en los ámbitos académicos. Con él no sólo obtuvo el grado de doctor en historia, sino que le mereció también el premio extraordinario de doctorado. Ahora el juicio estará en manos de los lectores; y no dudo que, como en otros trabajos suyos ya publicados, se le va a reconocer el mérito de una aportación hecha con oficio, rigor y dedicación.
 
 
NOTA: Este texto es una versión editada del prólogo de LLUÍS ROURA a la obra de ANTONIO R. PEÑA DE AUSTRIAS A BORBONES, ESPAÑA ENTRE LOS SIGLOS XVII Y XVIII, que acaba de publicar la editorial Akrón.
 
 

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