sábado, 10 de mayo de 2008

La actividad solidaria de la Infanta Cristina




Dos mujeres y una causa

Texto de Màrius Carol
Magazine

Cada año mueren diez millones de niños en el mundo por no tener acceso a una vacuna. Graça Machel, esposa de Nelson Mandela, lidera una iniciativa para universalizar las vacunaciones que cuenta con el apoyo del Área Social de la Fundación La Caixa que dirige la infanta Cristina.

Graça Machel nació en una aldea de Mozambique, fue maestra, guerrillera, ministra de Educación en el gobierno que presidía su marido, Samora Machel, que fue asesinado. Luego se casó con Nelson Mandela, el que fue presidente de Sudáfrica y que sigue siendo una de las figuras más relevantes del continente africano. Actualmente preside Gavi Alliance, entidad destinada a facilitar el acceso a las vacunas infantiles en países de baja renta. La infanta Cristina nació en Madrid y fue la primera mujer de la Casa Real española en tener un título universitario superior, Ciencias Políticas. Desde hace tres años dirige el área social de la Fundación La Caixa, donde impulsa el programa de mejora de la calidad de vida de las personas mayores y el de cooperación internacional. Dentro de este último ámbito, La Caixa, acaba de firmar un acuerdo con Gavi Alliance. A Graça Machel y a Cristina de Borbón les unen una vocación solidaria y el combate por generalizar la inmunización entre la población infantil, con el objetivo de reducir en dos tercios la mortalidad infantil en un plazo de siete años de acuerdo con los Objetivos del Milenio enunciados por las Naciones Unidas.

¿Cómo funciona la alianza internacional para la vacunación cuyo consejo de administración usted preside?
Graça Machel: Gavi Alliance es una alianza internacional que fue creada en el año 2000 con el objetivo de mejorar el acceso de los niños de los países pobres a los programas de vacunación. En ella participan los gobiernos desarrollados y en vías de desarrollo, los laboratorios fabricantes de vacunas, Unicef, la OMS, el Banco Mundial, la Fundación Bill y Melinda Gates, ONG y numerosas organizaciones públicas que se dedican a la investigación y a la sanidad. Es una institución público-privada que rinde cuentas a un consejo que me honro en presidir en el que figuran personas individuales y representantes de organizaciones de reconocido prestigio, pero sin una estructura burocrática, para que la alianza sea muy ágil y operativa. Así que los gobiernos nos solicitan programas de vacunación, y las agencias gubernamentales o las ONG de esos países supervisan el funcionamiento de estos, evaluando los programas, esbozando las necesidades y preparando planes para mejorar la cobertura de la inmunización en la población infantil. El único requisito que deben cumplir los países es disponer una renta inferior a 1.000 dólares, lo que en estos momentos corresponde a 72 estados del mundo. Los países con mayor porcentaje de niños sin vacunar obtienen más recursos. Gavi Alliance ha conseguido un gran reconocimiento en poco tiempo, de ahí que se hayan podido recibir 2.980 millones de dólares procedentes de los estados y de donantes privados en solamente siete años.

¿Han calculado las vidas que puede haber salvado en el mundo con estos programas?
G. M.: Nuestros programas de vacunación han permitido salvar tres millones de vidas hasta finales del último año, y esperamos evitar otros cinco millones de muertes de niños hasta el 2015. Piense que gracias a esta alianza se ha logrado que 26 millones de pequeños hayan podido ser vacunados contra la difteria, el tétanos y la tos ferina, 123 millones más han sido inmunizados contra la hepatitis B, otros 20 millones contra la meningitis y, finalmente, 18 millones contra la fiebre amarilla.

¿En qué momento la Fundación La Caixa decidió sumarse a esta ­iniciativa?
Cristina de Borbón: La Fundación La Caixa empezó a colaborar con la alianza que preside Graça Machel hace tres años, a raíz del simposio sobre la reducción de la mortalidad infantil en países en vías de desarrollo, que organizamos desde el área de cooperación internacional y que celebramos en CosmoCaixa. Pero fue el pasado mes de febrero cuando, en el marco de un viaje que se realizó a Maputo, concretamos el acuerdo entre la Obra Social y Gavi Alliance, que prevé una aportación de cuatro millones de euros en el 2008. Con él, La Caixa se ha convertido en el primer socio privado, no sólo de España, sino también de Europa, de esta institución. En el mundo mueren anualmente 9,7 millones de niños antes de alcanzar los cinco años de vida, y de esos, 2,5 millones fallecen por enfermedades que podían prevenirse con vacunas nuevas o ya existentes.

¿Desde la Fundación La Caixa van a intentar sensibilizar a otras entidades y corporaciones en esta causa?
C. de B.: No tenemos ninguna duda sobre la utilidad del proyecto, uno de los más ambiciosos de la comunidad internacional en materia de cooperación. Así que nuestro compromiso no es sólo económico, sino que la Fundación La Caixa ha creado una alianza empresarial en nuestro país, con el fin de potenciar de forma decidida la adhesión del mayor número posible de compañías españolas a esta causa. La intención de la entidad es contribuir a través de esta alianza a la lucha contra la mortalidad infantil en los países en vías de desarrollo.

¿Hasta qué punto colaboran las multinacionales farmacéuticas en los programas de Gavi Alliance?
G. M.: Tenemos una gran receptividad por parte de la industria farmacéutica porque estamos demostrándoles que en los países en vías de desarrollo existe un mercado que les puede suponer beneficios. Gavi Alliance está aumentando las vacunaciones, reduciendo sus costes e impulsando el desarrollo de nuevas vacunas. Gracias a sus recursos y a la posibilidad de negociar acuerdos a largo plazo, hemos generado una demanda constante para vacunas en uso, lo que ha animado a nuevos fabricantes a entrar en el mercado. Entre el 2008 y el 2012 hemos solicitado 110,3 millones de dosis de la vacuna líquida pentavalente, que es el resultado de esta colaboración, pues se ha conseguido a precio reducido.

¿Cómo saben que los gobiernos usan eficazmente sus recursos para vacunar a la población?
G. M.: Este es uno de los aspectos novedosos de este programa, pues a cada país se le proporciona financiación durante tres años, según el número de niños por vacunar. Luego, tras esa fase de inversión, están obligados a presentar un informe fiable que demuestre que se ha ampliado la cobertura de los programas de vacunación para seguir recibiendo apoyo económico. Es decir, hemos diseñado un sistema de financiación basado en la obtención de resultados, porque nos parecía que era el mejor incentivo.
C. de B.: Este sistema de evaluación continua y el apoyo que Gavi brinda al fortalecimiento de los sistemas sanitarios de estos países permiten garantizar que los recursos económicos se usan eficazmente para obtener un resultado óptimo. La inversión en salud es esencial en la lucha contra la pobreza, y la inmunización resulta clave para la construcción de comunidades sólidas y saludables.

En los países desarrollados se empieza a administrar a las adolescentes la vacuna contra el cáncer de útero. ¿Queda lejos está posibilidad para las naciones en vías de desarrollo?
G. M.: El virus del papiloma humano (VPH) es el causante del cáncer de útero, que es el responsable del 70% del cáncer en mujeres. Nuestro objetivo es no quedarnos atrás e introducir su vacuna gradualmente. Antes se tardaba entre cinco y diez años para que una vacuna aplicada en el Primer Mundo empezara a emplearse en los países pobres. Uno de los objetivos de Gavi Allianceno es sólo generalizar estas vacunas en las zonas de más baja renta, sino reducir el periodo de implantación. Por nuestra parte, hemos empezado a vacunar a la población de forma experimental en países como Nicaragua, Perú y Vietnam… y pronto esperamos aplicarla en África.

¿Por qué se tardaban estos cinco o diez años en introducir una vacuna?
G. M.: Es el tiempo que las multinacionales farmacéuticas tardaban en abaratar precios, así de claro. Hoy contamos con un instrumento, el Servicio Financiero Internacional para la Inmunización, que es una institución multilateral de ayuda al desarrollo creada para acelerar la disponibilidad de financiación y, a largo plazo, para impulsar determinados programas de sanidad e inmunización. Este organismo emite bonos, siendo el Banco Mundial el gestor de la tesorería, y se creó como una organización sin ánimo de lucro. Sus fondos se distribuyen a través de Gavi Alliance. Es una forma innovadora de conseguir recursos.
C. de B.: En el Servicio Financiero Internacional participa el Gobierno español, que se ha comprometido a invertir casi 200 millones de euros en 20 años. En un año, el Iffim ha conseguido un gran reconocimiento internacional. El secretario general de las Naciones Unidas se refirió a él como un instrumento innovador, y el diario Financial Times le ha concedido el premio al mejor producto sostenible del 2007. El 80% de la financiación externa disponible en el último año contra el sarampión ha procedido de este organismo, lo que supone poder administrar vacunas vitales a 194 millones de niños de 32 países.

Gavi Alliance dedica recursos a la investigación. ¿Cómo avanzan los trabajos del doctor Pedro Alonso en Mozambique en la búsqueda de una vacuna contra la malaria?
C. de B.: Con una enorme esperanza. La Fundación La Caixa está colaborando con el Centro de Salud Manhiça, en Mozambique, desde hace años. Los avances que el equipo de investigación liderado por el doctor Pedro Alonso está realizando en ese hospital son espectaculares y resultan una de las mejores muestras de que, bien entendida, la cooperación internacional de distintas instituciones puede conducir a progresos capaces de modificar el horizonte de millones de personas.
G. M.: Los resultados no pueden ser más estimulantes, pues se acaba de publicar en la revista Lancet que la vacuna del doctor Alonso funciona también en los menores de un año, y ya se ha probado con éxito en grupos experimentales, con un porcentaje de protección del 65%, muy parecido al que se da en edades más avanzadas. Estos avances nos permiten ser muy optimistas en la lucha contra una enfermedad como la malaria, que mata a un millón de personas cada año, la mayoría menores de cinco años, y con un índice de mortalidad altísimo en el primer año de vida.

¿La institución que preside lucha contra el sida? ¿Promueve el uso de retrovirales?
G. M.: Nosotros luchamos a través de la investigación, pues invertimos grandes cantidades de dinero en el desarrollo de posibles vacunas, igual que hacemos con la malaria y con una forma de cólera que no hemos sabido erradicar hasta ahora. Pero nuestros programas son de vacunación y de investigación de vacunas; los retrovirales son un tratamiento y, en este sentido, quedan fuera de nuestro campo de actuación.
C. de B.: El sida es una de las mayores lacras en Africa. Su prevención y la atención psicosocial a las personas afectadas es una constante en las iniciativas que la Obra Social promueve en el continente. En el distrito rural de Manhiça, donde está el hospital en el que investiga el doctor Pedro Alonso, nuestra actuación tiene dos vertientes: una de asistencia y otra de formación del personal local, sobre aspectos médicos, psicológicos y biológicos, relacionados con esta enfermedad.

África ha sido durante décadas un continente olvidado, víctima de la malaria, el sida o las guerras, pero el mundo empieza a mirar a este continente con otros ojos. ¿Son optimistas con respecto a su futuro?
G. M.: África está transformándose gradualmente. En los últimos años, por la importancia que han cobrado las materias primas, no sólo el petróleo del que algunos países del continente empiezan a ser productores destacados, sino también por el aprovechamiento de otros minerales, África ha vuelto a estar en el mercado como un área del planeta que no puede ser ignorada. Esto supone que el continente está creciendo por encima del 5% y que la comunidad internacional empieza a ver a estos países con otros ojos y ha iniciado las inversiones en África. China, por ejemplo, es uno de los países que han decidido dar prioridad a sus inversiones en el continente, pero también Japón o Rusia. Ello tiene una segunda consecuencia: la democracia empieza a avanzar en el continente, desplazando sistemas autoritarios cada vez más aislados.C. de B.: El creciente reconocimiento del papel de la mujer creo que es básico en este sentido. Afortunadamente, en muchos países africanos las mujeres están ganando protagonismo. Empieza a haber mujeres ocupando puestos relevantes en la política, aunque faltan muchas más en el campo académico o de los negocios. La Obra Social, junto con la Fundação para o Desenvolvimento da Comunidades (FDC) presidida por Graça Machel, impulsa un nuevo proyecto de concesión de becas universitarias a jóvenes mozambiqueñas con recursos limitados que manifiesten potencial para convertirse en futuras líderes de su país.
G. M.: Tenemos muchos motivos para ser optimistas, y estoy de acuerdo en que la emergencia de las mujeres en estas sociedades está siendo fundamental. El ambiente general en el continente es de estabilidad política, y los problemas empiezan a estar localizados. Y solucionados por los propios africanos, con la ayuda de la comunidad internacional. Hay otras razones para ser optimistas: se está invirtiendo mucho en educación de jóvenes, aunque esto no puede ocultar el analfabetismo de la población adulta. Igualmente, estamos viendo cómo se invierte en salud, no sólo en los tratamiento, sino en la prevención.

Cuando la agricultura empieza a ser percibida en el mundo como un valor, tras la crisis de los cereales, la escasez de arroz, etcétera, ¿no sería interesante crear políticas para fomentar cultivos y, de paso, evitar el abandono de las áreas rurales?
G. M.: Sin duda. Se ha infravalorado el campo durante décadas y tampoco se han llevado a cabo las transformaciones necesarias para hacer rentables los cultivos, de tal modo que, aunque el 70% todavía viven en el campo, el éxodo se está acelerando de forma preocupante. La gente se traslada a las ciudades pensando que mejorarán sus sistemas de vida, pero muchas veces topan con una realidad peor.
C. de B.. Estoy completamente de acuerdo. Las zonas rurales requieren una atención prioritaria. Especialmente en ellas, es preciso promover iniciativas de desarrollo socioeconómico que de forma sostenible generen empleo y actividad productiva, coordinando estas acciones con la atención a las necesidades sociales básicas, como la educación, la sanidad y las infraestructuras.
G. M.: Por eso aquellos países que han sabido diversificar su economía, tanto en los núcleos rurales como en los urbanos, como es el caso de mi país, Mozambique, tienen más posibilidades de futuro. O como otro que también conozco bien, Sudáfrica, donde la estabilización política y una economía saneada están permitiendo planificar el territorio, renovar barrios enteros, generar riqueza en el campo, crear servicios sociales... Y afortunadamente no son casos aislados. Hay bastantes países con un crecimiento sostenido en la última década. África tiene muchos problemas, pero por primera vez empezamos a ver la salida del túnel. Lo conseguiremos con nuestro esfuerzo y la solidaridad de todos.
C. de B.: La solidaridad internacional debe ser el empujón definitivo que permita ampliar este proceso de mejora de las condiciones de vida al mayor número posible de comunidades. La suma de esfuerzos públicos y privados, unida a la labor de las ONG, de las órdenes religiosas, de los cooperantes, de otras instituciones sociales y a la participación de los países más desfavorecidos, debe invitarnos a mirar el futuro con compromiso y esperanza de cara a cumplir con los Objetivos del Milenio. El gran reto de todos.

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