jueves, 20 de junio de 2013

Semblanza del Conde de Barcelona

Semblanza del Conde de Barcelona

Entrevista de Don Juan con Franco en el «Azor», en 1948

ABC

Con ocasión del centenario del nacimiento de Don Juan, Conde de Barcelona, el 20 de junio de 1913, creo que es posible trazar una semblanza, con perspectiva histórica, de un personaje crucial de la Historia de España en el siglo XX un poco diferente del relato vivencial de las muchas personas que lo trataron y conocieron amplia y profundamente.

Pocas veces se puede hacer constar de una manera tan clara el origen, a la vez, español e inglés, de una personalidad como la suya. Don Juan heredó de su padre Alfonso XIII un acendrado patriotismo, sentido de la dignidad y continuidad dinástica al servicio de la Corona y de la nación española; de su madre, la Reina Doña Victoria Eugenia, nieta de la Reina Victoria del Reino Unido, heredó paciencia, contención y supeditación de los impulsos en beneficio de un objetivo final: la Monarquía en España, en libertad y democracia.

La herencia inglesa por parte de la Reina Victoria Eugenia ha jugado un papel esencial en el carácter y personalidad del Conde de Barcelona, aumentada por su educación británica en la escuela naval de Dartmouth. En este sentido Don Juan, que tenía una gran pasión por España, sin embargo se alejaba del carácter profundo de los españoles descrito por Cervantes en su Don Quijote. En efecto, quizás el escritor que mejor entendió y describió la esencia del carácter nacional español -de ahí su genialidad- fue Don Miguel. Para Cervantes buena parte de los españoles viven en la fantasía, en la ilusión y no se arredran en embestir gigantes y así se explican las hazañas de la reconquista o de la conquista de imperios en América. Pero en la época westfaliana del equilibrio de las grandes potencias y en la contemporaneidad, los valores vigentes en la modernidad están descritos en diversos personajes de las obras dramáticas de Shakespeare. Por su sentido de la realidad, perseverancia y visión de futuro me atrevo a sugerir que Don Juan debía más su personalidad a la parte inglesa que a la española, era más shakespeariano que cervantino.

Partiendo de esta hipótesis, creo que se pueden relacionar varios personajes de Shakespeare con Don Juan y recoger rasgos de algunos de ellos para hacer una semblanza histórico-literaria del padre de S. M. el Rey. Por supuesto, no en sus actuaciones sino en sus marcados caracteres. A Sócrates se le atribuye la idea de que la sabiduría consistía en conocerse a uno mismo, es decir, comprender las fortalezas y debilidades de la propia personalidad. Pues bien, Ricardo III fue un modelo de superación de la adversidad gracias a un profundo conocimiento de su fortaleza. Don Juan era plenamente consciente de la suya: la legitimidad dinástica le aportaba el aplomo y seguridad necesaria para hacer frente a la ingente tarea de superar la crisis española de los años treinta y ofrecer a los españoles la solución monárquica en el dramático marco de una guerra civil, la II Guerra Mundial y una larga dictadura. A la vez Don Juan comprendía su propia debilidad derivada de un statu quo post bélico y la estabilidad que las potencias occidentales preferían en España antes que forzar un cambio político en la Península. Por eso, acordó con Franco, en un momento clave y estratégico, la educación de Don Juan Carlos en España.

En El Rey Lear de Shakespeare, Edmundo es otro ejemplo de superación de dificultades aparentemente insalvables. A diferencia de otras dinastías europeas destronadas en 1918, Alfonso XIII y el Conde de Barcelona conocían el carácter y la historia de España y sabían que la solución monárquica tarde o temprano terminaría por adoptarse en nuestra patria. Había que mantener levantado el estandarte de la Corona en medio de extraordinarias dificultades y trabajar pacientemente ofreciendo la solución monárquica en beneficio de la convivencia en paz y libertad de los españoles.

Hamlet, es otro personaje cuyos rasgos de carácter se relacionan en parte con el Conde de Barcelona: saber esperar, apreciar las oportunidades, orientarse en la buena dirección para alcanzar el objetivo estratégico que, en el caso de Don Juan era, más que personal, dinástico y patriótico. Los españoles tenemos una deuda de reconocimiento con el Conde de Barcelona y una lectura atenta de la obra de Shakespeare facilita aproximarnos a comprender la grandeza de su esfuerzo y generosidad.

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