lunes, 16 de junio de 2014

La Reina Doña Sofía, un estilo propio de servir a España

ABC

Doña Sofía reina en España y en las encuestas. Tanto en las internas
como en las que no encarga La Zarzuela. Destaca como el miembro de la
Familia Real más valorado. A los españoles les da igual si apoya en
público a la Infanta Cristina (cosa que ha hecho desde las fotografías
de diciembre de 2011 en Washington que «¡Hola!» publicó). Es posible
que sea precisamente el conocido sufrimiento como madre o esposa,
además de su impecable trabajo como Reina durante 39 años y su sentido
del deber, lo que la haya acercado todavía más a los ciudadanos.
También la acercan sus actividades humanitarias. El miércoles, durante
la reunión del patronato de la Fundación Mujeres por África, de la que
es presidenta de honor, María Teresa Fernández de la Vega, Emilio
Botín, Borja Prado y Antonio Huertas, presidente de Mapfre, elogiaron
su compromiso con los más desfavorecidos. Por supuesto, hubo aplauso
«premium» para Doña Sofía.

Otras de sus presidencias de honor son las de la Fundación de Ayuda
contra la Drogadicción y del Real Patronato sobre Discapacidad. Y es
presidenta ejecutiva de la Fundación Reina Sofía, igualmente dedicada
a los menos favorecidos. Lo increíble es que compatibilice el elitista
Club Bilderberg con ser fan del programa «Entre todos» de TVE.
Asimismo, participa en proyectos internacionales sobre desarrollo de
la mujer rural y los microcréditos. Fue en un viaje de cooperación a
Indonesia cuando, con lágrimas en los ojos, comunicó a la delegación
española la muerte de Erika Ortiz («una desgracia familiar»). Contó
que Doña Letizia le había pedido que continuara el viaje oficial, pero
ella consideró que debía volver a Madrid.

Música y Arqueología

La Reina de España nació Princesa en Atenas, el 2 de noviembre de
1938. Pasó parte de la niñez en Egipto y Sudáfrica durante la Segunda
Guerra Mundial, volvió a Grecia en 1946, estudió en el internado
alemán de Schloss Salem y, ya en la capital griega, se adentró en
disciplinas tan dispares como la Puericultura, la Música o la
Arqueología. Estuvo en los Juegos Olímpicos de Roma de 1960 como
reserva del equipo griego de vela (su hermano Constantino ganó el oro
en la clase Dragón).

Se casó con Don Juan Carlos el 14 de mayo de 1962 y él hizo las
maletas durante los tres meses que duró el viaje de novios. Han tenido
tres hijos, la Infanta Elena (20 de diciembre de 1963), la Infanta
Cristina (13 de junio de 1965) y el Príncipe Felipe (30 de enero de
1968). Los tres le han dado ocho nietos.

Tras la muerte de Franco, Don Juan Carlos se convirtió en Rey, y Doña
Sofía en Reina consorte. El acto de Proclamación tuvo lugar el 22 de
noviembre de 1975. Por entonces, y desde 1973, Doña Sofía iba los
sábados por la mañana a clases de Humanidades en la Universidad
Autónoma de Madrid («porque estábamos todo el día sin hacer nada en La
Zarzuela»). El sábado siguiente al 22 de noviembre, una de las
compañeras la estaba esperando con un ramo de flores que la
sorprendió. «Seguí yendo de forma habitual. Si no se reanuda la vida
inmediatamente igual que antes, luego es muy difícil hacerlo». Pero ya
nada sería igual. Los Reyes, sobre todo el Rey, acababan con las manos
en carne viva tras dárselas a todo el mundo durante sus primeros
viajes por España.

Por España ha ido hasta a los toros. El 21 de mayo de 1973 asiste
desde la barrera a la undécima corrida de la Feria de San Isidro,
donde El Viti le brindó un toro. También ha estado en la Maestranza
sevillana. Otra cosa es que le gustara. Y ha ido a cacerías. Pero sin
escopeta. En un puesto de perdices, y mientras el cazador que tenía al
lado abatía piezas, ella exclamaba: «¡Qué horror! ¡Qué horror!». Un
«qué horror» por cada pájaro que caía. A saber qué pensaba cuando
estoquearon a los toros delante de ella.

Frente a las urnas

La Reina es más de dejarse besar por un burro. La foto es de las más
conocidas. Pasó en Rute (Córdoba) con «Mandela», un borrico adicto a
los bombones. Hay cosas que Doña Sofía ha hecho poco. Ir a los toros,
a cacerías o votar. Los Reyes solo lo han hecho cuatro veces: en el
referéndum de la reforma política en 1976, en el de la Constitución en
1978, en el de la permanencia en la OTAN de 1986 y en el de la
Constitución Europea de 2004 (el Rey se olvidó de enseñar el DNI y la
Reina se dejó la papeleta en La Zarzuela).

Puede ser vegetariana, pero eso no quiere decir que no coma ningún
bicho. Además, el espíritu de servicio (y de sacrificio) le impide ser
escrupulosa: «No me da asco nada y tampoco podría rechazar lo que me
ofrecen porque podría interpretarse como una ofensa», contaba a ABC
con motivo de su 70 cumpleaños. Pero a veces le gusta lo que le
ofrecen. Recordaba hace unos días el cocinero Raimundo González Frutos
que, en un banquete que dio en Huéscar (Granada), en el aperitivo de
pie sirvieron caballitos (gambas en gabardina). Doña Sofía dijo al
camarero que había tomado un pincho como un buñuelo y que quería más.
«Le servimos media docena y, al final, la Reina, que se arreglaba
siempre con verdura y alguna cosucha más, ¡acabó comiéndose tres
medias docenas de caballitos! Aquel día me demostró que de
vegetariana, nada», decía Raimundo a «La Verdad». También le encantan
las frambuesas. Y ha fumado toda la vida.

Doña Letizia pregunta mucho cuando va a un acto. El lugar común dice
que es su espíritu periodístico. Pero lo cierto es que la Reina
pregunta tanto como la Princesa. Su inquietud es manifiesta por todo
lo que la rodea, ya sean células madre o un coro de niños. Doña Sofía
ha sido algo así como la embajadora cultural de la Corona. No solo por
su gusto por la música, sino porque ha inaugurado la mayoría de
auditorios construidos en España. Pero como la Familia Real no va solo
a lo que le gusta, también ha estado cerca del deporte. Y, alterándose
menos que su peinado, cerca de Puyol envuelto en una toalla tras las
semifinales en Sudáfrica. En Brasil parece que se lo va a evitar. A
Puyol porque no está. A los otros, porque tampoco estarán. Y ya no
tendrá esas obligaciones.

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